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Política vigilada y democracia vigilante

24 Jun

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escrache

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Vivimos unos tiempos de desilusión democrática causada, entre otros motivos, por la corrupción, decisiones y medidas políticas inexplicables o el sentimiento creciente de que los políticos no escuchan al pueblo. La sensación se agrava además, con el abandono por parte de la prensa democrática tradicional del periodismo de investigación en cuanto a las relaciones poder-economía-política, síntoma de una complicidad activa o pasiva de los medios con el poder establecido, que se muestra en tres problemas: una política cómplice, unas corporaciones abusivas y unos medios obedientes (Gutiérrez-Rubí, p. 17).

Aun así, la aparición de las TIC y su popularización, así como un nivel cada vez más alto de alfabetización digital, está dotando a la ciudadanía de herramientas para vigilar. Una vigilancia que junto con el logro de la autonomía comunicativa y sociopolítica nos tiene que permitir actuar y forzar una regeneración del sistema democrático, para la cual la política tradicional no parece preparada.

La política vigilada

El concepto de política vigilada tiene que ver con el interés de la ciudadanía, o parte de esta, en fiscalizar una gestión política tradicional bajo sospecha. Gracias a las nuevas tecnologías el acceso a la información es más sencillo y económico, y la política ya no puede dar la espalda a la comunicación con el pueblo ni ocultar la información que da lugar a sus decisiones. La posibilidad tecnológica real de compartir esta información y el derecho universal a acceder a ella, motiva a parte de la población a exigirlo, a la vez que se controlan los movimientos políticos, y por lo tanto, se vigila la política.

Cabe decir además, que si ante estos esfuerzos la política se resiste o no comprende la movilización ciudadana, lo único que conseguirá será aumentar la desconfianza. Esto implicará un aumento de la incertidumbre traducible en una mayor carga emocional y más motivación para vigilar. Por lo tanto, si ante la vigilancia la respuesta no es más transparencia, una de las consecuencias políticas propias de una democracia madura, y más comunicación bidireccional, esta vigilancia aumentará.

La política vigilada es posible gracias al grado de autonomía comunicativa logrado, que permite a los ciudadanos decidir su consumo de medios por sí mismos, vertebrados en una dieta y matriz de medios propia y accediendo gracias a las TICs a nuevas formas de comunicación alternativas y fuentes de información casi independientes. Por lo tanto, los ciudadanos, nativos o inmigrantes digitales, demuestran con este consumo personalizado tener un grado alto de libertad de consumo y de expresión y disfrutar del derecho a la información y a la comunicación.

La política, pues, está en el punto de mira. La información llega a la opinión pública con o sin la mediación (filtro) de los medios y, gracias a las facilidades de comunicación, junto a la capacidad de informarse sin medios, aparece la posibilidad de hacer política sin partidos. Internet otorga poder a los sin poder (Gutiérrez-Rubí, p. 24).

En estas circunstancias, la población tiene nuevas oportunidades para ejercer un papel activo, mientras que la política cada vez lo tiene más difícil para esconderse y mostrarse opaca. La vigilancia nos mantiene en alerta cívica, nos permite vigilar el cumplimiento de las leyes y, poco a poco, la ciudadanía disfruta de un empowerment que la hace responsable, al tiempo que le ofrece nuevas formas de participación y activismo. De hecho, como dice Yuste “Internet ha consolidado la creación de espacios de articulación civil” (p. 42).

La democracia vigilante y el activismo

Según Gutiérrez-Rubí, la política vigilada tiene que dar paso a la democracia vigilante (p. 22) pero para lograrlo hace falta que se consiga una autonomía sociopolítica real.

Cómo he explicado antes, considero que la autonomía comunicativa ya se logrado en gran medida, sobre todo entre aquellos ciudadanos más activos y menos conformistas o acomodados, pero en cuanto a la autonomía sociopolítica, creo que todavía estamos lejos de ella, a pesar de que parte de la culpa es el propio sistema, que deja poco margen de maniobra, puesto que “la democracia tradicional representativa no consigue administrar la complejidad de la era de la información y el conocimiento” (Herrera y Gómez, p. 18).

Los motivos son varios pero los podríamos resumir en dos fundamentales.

El primero es que los niveles de alfabetización digital para consumir y para crear son diferentes y a pesar de que mucha gente ya se mueve con desparpajo en la búsqueda y el consumo, todavía tiene dificultades para la creación, la expresión y la difusión. Hay pues, una carencia de poder de mediación, es decir, en todo aquello que significa persuadir, guiar a la reflexión o crear significado utilizando las TIC. Por lo tanto, no se ha producido la apropiación de medios adecuada y el uso de las comunicaciones entre políticos y ciudadanos trata de reproducir con las TIC las prácticas tradicionales anteriores, a pesar de que este es un defecto más marcado en el lado de la política, que no entiende la naturaleza horizontal de la política en la red.

El segundo problema tiene que ver con el clicktivismo, práctica por la cual, los usuarios de las TIC tienen bastante con la participación virtual instantánea (White), sin involucrarse realmente en los proyectos (p.e.: hacer “RT” en Twitter o “Like” en Facebook como única aportación a la lucha contra el cáncer). Algunos autores afirman que la actividad en la red no permite encontrar más gente afín a una causa, pero si movilizar la existente y empujarla a la acción (Jenkins, p. 10), pero personalmente creo que es al revés. Salvo excepciones contadas y notorias, movilizaciones on-line que reúnen un gran número de Internautas, cuando pasan al mundo off-line muchas veces no logran la participación esperada. Aun así, nos tenemos que preguntar ¿por qué una acción on-line tiene que ser reafirmada por una off-line? ¿Por qué no tienen que tener el mismo valor un millón de firmas recogidas gracias a Internet que un millón de papeletas recogidas a un stand de la Puerta del Sol?

El 11M, un ejemplo

Cómo ejemplo perfecto de política vigilada tenemos una de las excepciones de las que he hablado en el párrafo anterior. Un caso paradigmático, pionero en nuestro estado y que demuestra el potencial de la sociedad red: la movilización después del atentado del 11M, que no por conocida pierde valor como caso de análisis.

Tenemos en este caso todos los componentes de la política vigilada, la autonomía comunicativa y un caso de éxito de la autonomía sociopolítica.

La vigilancia política aún se estaba gestando pero después de las movilizaciones por la guerra de Iraq, la sociedad estaba más pendiente que nunca, puesto que eran obvios los síntomas de alejamiento entre la ciudadanía y el estilo político de “gano las elecciones y después todo vale”. Así, cuando la población advirtió la carencia de transparencia en los mensajes oficiales, añadió a su dieta de medios, alternativas y medios extranjeros que estaban disponibles a través de Internet, como por ejemplo la BBC on-line. La autonomía comunicativa era un hecho.

Sin embargo, a continuación había que actuar, y aquí la población encontró en los mensajes SMS y los correos electrónicos la herramienta perfecta para comunicarse de nodo a nodo, tejiendo una auténtica red de activismo que convocó miles de personas en pocas horas ante las sedes del PP.

La sociedad se había movilizado gracias a las comunicaciones horizontales, bidireccionales entre personas de cualquier estatus, sin tener que depender del líderes de opinión (los catalizadores típicos de la comunicación tradicional de masas, de uno a la multitud) ni de los medios tradicionales. Había, pues, demostrado su poder de mediación y había emprendido por sí misma un proyecto, los que significó un claro caso de autonomía sociopolítica.

Amadeu Branera
Original en catalán, 24 de mayo de 2013
Revisado y traducido al castellano, 24 de junio de 2013

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Bibliografia

  • Innerarity, Daniel. 2011. “El desconcierto de Leviatán” a Gutiérrez-Rubí, Antoni (autor) La política vigilada. La comunicación política en la era de Wikileaks. Barcelona, UOC, Prólogo, pp. 8-10
  • Gutiérrez-Rubí, Antoni. 2011. “Introducción”, “Capítulo 1. La política en la era Wikileaks” i “Epílogo: Las voces seran más importantes que los votos” a La política vigilada. La comunicación política en la era de Wikileaks. Barcelona, UOC, pp. 11-14, 15-24 i 118-123.
  • Herrera, R. I Gómez, M. 2011. “D’on venim? De la revolució industrial a la revolució informacional” a Estructura de la Comunicació: una introducció. Barcelona, FUOC, Mòdul 1, pp. 1-32
  • Jenkins, H. 2008. “Photoshop para la democracia” a Convergence Culture. Barcelona, Paidós, capítol 6, pp. 209-238
  • White, Micah. 2010. “Clicktivism is ruining leftist activism” a The Guardian http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2010/aug/12/clicktivism-ruining-leftist-activism
  • Yuste, Bárbara. 2011. “Del 11-M a Wikileaks. La revolución política en Internet” a Cuadernos de comunicación Evoca, 4.Comunicación política 2.0. Madrid, Evoca Comunicación e Imagen pp. 41-45

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