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Los familiares del cáncer

29 Jul

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ciencia_caridad

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Cuando conozco a alguien que tiene cáncer intento siempre transmitirle el optimismo del superviviente. Si yo me curé ¿por qué tú no? Pero cuando conozco a alguien que tiene un familiar con cáncer, entonces sí trato de ayudarle al máximo. Cuando uno tiene cáncer, lo pasa mal, pero por mi experiencia propia, la familia más cercana, lo pasa peor.

El enfermo es el que está en peligro, eso no se puede negar. Pero él sabe de verdad cómo se encuentra y la familia no, y esa incertidumbre e impotencia es lo más difícil de soportar. Cuando yo decía que estaba bien, veía en los ojos de mis padres: “lo dice para que no nos preocupemos” y ni una vez pude convencerles de que realmente me encontraba bien. Y claro, cuando les decía que me encontraba mal… qué os puedo contar.

Los enfermos de cáncer saben lo que su enfermedad exige a los familiares que están con ellos, y se sienten acompañados, reconfortados, queridos y apoyados, pero sobretodo, agradecidos. No obstante, por lo general, también saben lo que cuesta ser el fuerte emocionalmente, y por eso también se preocupan por sus seres queridos. En esos momentos, cualquier leve mejoría es una oportunidad de descargar de algo de tensión los sufridos hombros de sus familiares.

Así, cuando algún familiar enfermo os diga que está mejor o que no está tan mal, creedle, por favor; y si no podéis, actuad como si lo hicierais. Mostradle vuestra alegría, sonreídle, seguro que así él se sentirá mejor, aliviaos un poco y recargad las pilas porque las recaídas por desgracia son más habituales de lo que quisiéramos.

Los enfermos de cáncer os necesitan fuertes a su lado, pero saben que no se puede ser fuerte todo el tiempo, así que cuando os den una tregua, aprovechadla. Y si en algún momento ellos os han de reconfortar o cuidar a vosotros, porque realmente ya no podéis más, no os dé vergüenza ni creáis que les estáis fallando. Os aseguro que sentirse útil y capaz, aunque sea por un breve momento, un abrazo, una broma, un apretón de manos del enfermo hacia su familiar, es una de las cosas que más energía y fuerza les puede dar.

Cuidadlos, cuidadnos. Pero no os descuidéis a vosotros mismos.

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