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La brecha digital económica

03 Apr

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La brecha o grieta digital es un concepto con el que se hace referencia a las diferencias socioeconómicas entre las comunidades que usan las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) y las que no, a menudo resumido en: las conectadas a Internet y las no conectadas a Internet.

En primer lugar, es importante resaltar, que la fractura digital no obedece a criterios sólo geográficos norte-sur, como ha sucedido con las diferencias económicas durante la era industrial. Así, la brecha digital es transversal en todos los países y afecta a las comunidades según criterios de poder económico, nivel educativo, edad o género.

En segundo lugar, hay que dejar claro que la importancia de la fractura digital es enorme y es un problema que hay que resolver. Tenemos que tener en cuenta que, a pesar de que la mayoría de personas están excluidas de la red global, sí se ven afectadas por ella, y esta exclusión equivale, según Castells, a la marginación (p. 52). Además, esta inclusión/exclusión es una característica estructural de la sociedad informacional.

Desde el punto de vista económico, las consecuencias de la brecha digital son que las comunidades excluidas tienen dificultades para generar valor como aseguran tanto Castells como Cardoso.

Para el primero, “la innovación es la fuente de crecimiento de la productividad” (Castells, p. 63) mientras que el segundo vincula la innovación a la tecnología: “se necesita capacidad de utilizar la tecnología para innovar” (Cardoso, p. 78). Eso quiere decir que, sin tecnología, dependiente cada vez más de las TIC, no hay innovación, y sin innovación, no hay crecimiento. Por lo tanto, es importante para las comunidades superar esta brecha para poder progresar y crecer.

Al mismo tiempo, el problema se agrava cuando se comprueba que el valor es el que las estructuras dominantes deciden (Castells, p. 55), y en estos momentos, las estructuras dominantes son las empresas red, que se encuentran en la cúspide de las actividades generadoras de valor.

La brecha digital es, pues, causa y efecto a la vez. Por ejemplo, en una sociedad con pocos usuarios de Internet, hay pocos incentivos por el comercio electrónico (Cardoso, p. 81), lo que implica que esta sociedad se cierra la puerta al comercio global. De este modo, la sociedad que no participa en el comercio global, se vuelve irrelevante, que es lo peor que puede pasarle. Su irrelevancia, la exclusión de la red global y el no uso de las TIC, comporta al mismo tiempo un aumento de la desigualdad y hace más difícil la educación incluso de los más jóvenes, a menudo los más adaptables al uso de las nuevas tecnologías. Esta carencia de educación es una condición fundamental que define a las sociedades por debajo de la brecha digital (Cardoso, p. 87). Con todo, como se ve, las sociedades excluidas lo tienen más difícil para ser incluidas en cuanto a que no disfrutan de la las infraestructuras, producción y conocimientos necesarios para acceder a las TIC.

Sin TIC no hay formación y sin formación no hay acceso a las TIC. Por lo tanto hay empobrecimiento, puesto que no se está en las condiciones para generar valor ni innovar para conseguir el progreso económico que permita acceder a las TIC.

Según Cardoso “vivimos en una sociedad en escisión” (p. 118), pero está en nuestra mano evitar el aumento de sociedades excluidas y empezar a cerrar la brecha digital. Los motivos de la exclusión no son innatos, todo el mundo tiene las capacidades, dada la formación y los equipamientos adecuados, de acceder a las nuevas tecnologías, lo que hace que el problema no sea inevitable.

Eso sí, la solución quizás no pasa por el esfuerzo de los estados-nación tradicionales, que están bajo un proceso de desnacionalización (entendida como una perdida de poder gubernamental en cuanto a la capacidad de decisión y maniobra, no así de poder coercitivo) (Sassen, p. 46-47), sino por la actuación de otros actores globales que se interesen por este problema, siempre y cuando se supere el punto crítico, que son las comunicaciones entre culturas diferentes.

Pero para encontrar un ejemplo de brecha digital económica no hay que ir muy lejos. Cualquier persona que en la situación económica actual no tenga 60€ al mes para pagar una conexión a Internet o una tarifa de Internet móvil quedará excluida de la sociedad red. Una situación que no es extraña en momentos en los que parte de la población no puede pagar ni la vivienda y más, si tenemos en cuenta que España es uno de los países de la UE con el Internet más caro.

Las consecuencias de esta exclusión son eminentemente económicas.

Es muy probable que esta persona excluida por motivos económicos esté en el paro, incluso de larga duración, y no tener acceso a Internet puede menoscabar sus posibilidades de encontrar trabajo.

En la sociedad red, cada vez son más las empresas que buscan sus candidatos haciendo uso de las TIC, como puede ser por ejemplo, buscando perfiles y currículums en redes sociales profesionales como LinkedIn o dirigiéndose a bolsas de trabajo on-line como InfoJobs. Por otro lado, las personas excluidas quedan también fuera de las posibilidades del tele-trabajo, puesto que, mayoritariamente, la conexión a Internet corre a cargo del trabajador.

La exclusión, además de hacer bajar sus probabilidades de encontrar trabajo, tiene además efectos sobre el tiempo disponible para buscar colocación de la manera tradicional, puesto que, por ejemplo, los trámites que podía hacer on-line ahora se tendrán que hacer en persona. También los tiene sobre las posibilidades de formación y reciclaje, alejado cómo estará de la formación en línea.

Este individuo, pues, será un ejemplo de la incapacidad de generar valor, en este caso de él mismo como trabajador, lo que puede llevar a su marginación a más o menos largo plazo. Lo que se ve, por lo tanto, es que la brecha digital económica no es una cosa propia de países en vías de desarrollo, sino que puede afectar a una sociedad como la nuestra.

Está claro que para algunos actores o redes globales, la brecha digital es buena, puesto que les permite mantenerse en el poder y tener acceso a mano de obra genérica a voluntad. Pero no es menos cierto que en la era de la sociedad red, las redes tienen diferentes geometrías y geografías de inclusión/exclusión que se alejan de los límites de los estados-nación, lo que permite la creación de redes destinadas a combatir la brecha digital que lleguen a los lugares necesarios. Una cosa que podemos intentar entre todos.

Amadeu Branera
Original en catalán, 21 de marzo de 2013
Revisado y traducido al español, 1 de abril de 2013


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Bibliografia

  • Cardoso, Gustavo. 2010. “Sociedades en transición hacia la sociedad en red” en Los medios de comunicación en la sociedad en red: Filtros escaparates y noticias. Barcelona, UOC, capítulo II, pp. 73-118
  • Castells, M. 2009. “Les xarxes” en Comunicació i poder. Barcelona, UOC, capítulo 1, apartado 3, pp. 44-50
  • Castells, M. 2009. “La societat xarxa mundial” en Comunicació i poder. Barcelona, UOC, capítulo 1, apartado 4, pp. 51-71
  • Herrera, R. y Gómez, M. 2011. “D’on venim? De la revolució industrial a la revolució informacional” en Estructura de la Comunicació: una introducció. Barcelona, FUOC, módulo 1, pp. 1-32
  • Sassen, Saskia. 2012. “Elementos para una sociología de la globalización” en Una sociología de la globalización. Madrid, Katz Editores, capítulo 1, pp. 21-60
  • Sassen, Saskia. 2012. “El estado frente a la economía global y las redes digitales” en Una sociología de la globalización. Madrid, Katz Editores, capítulo 2, pp. 61-124

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