RSS
 


La mujer trabajadora en Japón

03 Feb


office lady

Introducción

A pesar de la importancia de la mujer trabajadora en la economía japonesa, su situación continúa siendo de desigualdad por varios motivos. Las mujeres japonesas trabajadoras tienen una vida laboral caracterizada por una interrupción entre los 23-28 y los 35 años, que les impide, excepto excepciones, aspirar a buenos puestos de trabajo, recibir aumentos de sueldo por antigüedad y las convierte en “mano de obra suplementaria y barata” (Sugimoto, p. 166). Las razones y las consecuencias son diversas y el objetivo de este artículo es discutir las más relevantes.

Contextualización

En el año 2007 el 41,5% de la fuerza laboral japonesa (Sugimoto, p. 163) era femenina pero, mientras que entre los hombres un 8% ocupaban cargos directivos, entre las mujeres sólo era un 1% (Lansing, p. 121), un porcentaje muy lejos de la paridad, un hecho que, sin embargo, no obedece a diferencias en la formación, puesto que últimamente ha aumentado mucho el número de mujeres cualificadas con títulos universitarios (Lansing, p. 112). Por otro lado, como las mujeres trabajadoras japonesas son mayoritariamente mitad trabajadoras, mitad amas de casa, según datos de los años 2000, el 70% de trabajadores a tiempo parcial son mujeres (Sugimoto, p. 165), una cifra que llega al 79%, si se cuentan todos los trabajadores que no tienen un trabajo estándar* (Diamond, p. 15). Estos hechos, hacen que las diferencias salariales entre las mujeres de 40 o más años mejor pagadas y las peor pagadas, sean mayores que entre los hombres mejor y peor pagados de la misma edad (Sugimoto, p. 169) y que la diferencia de sueldo medio entre géneros llegue a un 45% menos en el caso de las mujeres respecto a los hombres (Kumlin, p. 209).

Dentro del mundo laboral japonés, se entiende como trabajo estándar aquel en el cual el trabajador entra en una empresa después de graduarse y trabaja a tiempo completo de manera indefinida hasta la jubilación.

La curva M

Los motivos de estas diferencias son según Kumlin, básicamente, tres. En primer lugar, igual que en otros muchos países, las mujeres trabajadoras japonesas reciben un salario menor que los hombres cuando hacen el mismo trabajo. En segundo lugar, cuando una mujer japonesa progresa en su trabajo el aumento de sueldo es menor que en el caso masculino. Finalmente, en tercer lugar, las mujeres trabajadoras japonesas hacen los trabajos peor pagados (Kumlin, p. 209).

Las razones del primer motivo no entran en este artículo porque es un hecho que desgraciadamente sucede en casi todo el mundo, y por lo tanto, no se trata de una característica de la sociedad japonesa. En cuanto a los otros dos, en gran parte, son debidos a la vida laboral típica de las mujeres japonesas, caracterizada por la llamada curva M.

En el Japón podemos encontrar principalmente dos tipos de mujer trabajadora: la que interrumpe la vida laboral para tener hijos y la que no la interrumpe. Según Sugimoto, las primeras vuelven como trabajadoras a tiempo parcial, mientras que las segundas hacen carrera y tienen buenos salarios (Sugimoto, p. 166). Entre las mujeres que trabajan en empresas, más mujeres eligen la primera opción y entre el total de las mujeres trabajadoras, hasta un 26% dejan el trabajo entre los 23 y los 28 años para volver al mundo laboral después de los 35 (Lansing, p. 116).

CurvaM

Fig. 1. Porcentaje de trabajadoras dentro de la población femenina. Fuente: Yu, p. 497, 2002.

Las trabajadoras que interrumpen la vida laboral

Esta interrupción obedece a la presión que la sociedad patriarcal japonesa ejerce sobre las mujeres para que se casen y tengan hijos. Así, las mujeres no se convertirán en makeinu*, una palabra que literalmente significa “perro/a perdedor/a” (en japonés no hay género) y que se empezó a popularizar a raíz de un libro de 2003 (Yamaguchi, p. 109), ni tampoco en onibaba**, traducible como “vieja bruja”, una palabra popularizada por otro libro de 2004 (Yamaguchi, p. 112). Sin valorar cada expresión, sí que son ejemplos de la presión mencionada que hace que muchas mujeres japonesas tengan que casarse, tener hijos y abandonar sus trabajos.

Según la autora del libro Makeinu no tōboe (負け犬の遠吠え, El aullido del perro perdedor), Sakai Junko, una mujer makeinu es aquella mujer japonesa que llega a los 30 años sin marido ni hijos. A pesar de todo, la tesis principal del libro es defender a las mujeres que no quieren casarse y tener hijos (Yamaguchi, p. 109-112).

** Según la autora del libro Onibaba-ka suru onna-tachi (オニババ化する女たち, Las mujeres que se convierten en viejas brujas), Misago Chizuru, una mujer onibaba es aquella mujer japonesa post-menopausica que no tiene hijos y que, al no haber asumido su rol en la sociedad (madre y esposa), ataca y/o seduce a chicos jóvenes. En este caso, la idea del libro es advertir a las mujeres del peligro de convertirse en “viejas brujas” y dar cuatro consejos básicos para evitarlo: casarse jóvenes, no ser selectivas con el marido, ser la amante de un hombre si este puede mantener a varias mujeres y que el trabajo no interfiera con la reproducción (Yamaguchi, p. 109-112).

En otras sociedades es posible que las mujeres puedan compaginar el trabajo con los hijos pero en el mundo empresarial japonés esto ha sido tradicionalmente difícil, y el marco legal tampoco ayuda, puesto que las nuevas Ley de Igualdad y Ley de Permiso de Maternidad (Sugimoto, p. 169-170) no tienen ánimo sancionador y sólo piden “hacer esfuerzos” (Lansing, p. 114).

Por lo tanto, estas mujeres quedan penalizadas, puesto que el sistema japonés se basa en un criterio de inversión en capital humano. Así, como se espera que las mujeres tengan una vida laboral corta, las empresas no destinan dinero a su formación, no las ascienden y acaban en trabajos subordinados. Se añade además, que incluso las mujeres que no quieren interrumpir su vida laboral son ignoradas a pesar de que sean trabajadoras cualificadas debido a esta expectativa de vida laboral corta, y, como hay menos oportunidades para ellas y la competencia aumenta, acaban trabajando por menos dinero que sus contrapartidas masculinas (Lansing, p. 116).

La vuelta al mundo laboral

Tenemos pues, un gran grupo de mujeres que después de criar a los hijos y cumplir con el rol que la sociedad les exige, quieren reincorporarse al mundo laboral. Pero la posibilidad de volver a un trabajo a tiempo completo es difícil por la política de contratación de las medianas y grandes empresas, basada en el alistamiento una vez al año de nuevos graduados y el límite de edad en las contrataciones (Yu, p. 501, p. 517).

El regreso también se complica por la obligación social que pesa sobre las mujeres a la hora de cuidar a la gente mayor de su familia. Así, la mujer que ya había tenido que interrumpir su vida laboral para cuidar a los hijos, pasados los cuarenta puede volver a tener que hacerlo para cuidar a familiares mayores o enfermos, porque las empresas no dan permisos para ello. Siete de cada nueve cuidadores domésticos son mujeres (Sugimoto, p. 170).

Por lo tanto, a pesar de que teóricamente pueden volver al trabajo a tiempo completo, esto no es así (Yu, p. 496) y las opciones reales quedan reducidas al trabajo a tiempo parcial, en cualquiera de sus vertientes, y a el auto-empleo. De hecho, a pesar de que ha aumentado la necesidad de trabajadores a tiempo parcial, esto no ha afectado igual a hombres y mujeres (Yu, p. 498).

Trabajadoras a tiempo parcial y auto-empleo

El 70% de las mujeres que trabajan a tiempo parcial tienen más de 40 años, un hecho que significa un incremento de la diferencia de género (Yu, p. 494). Hay que decir, sin embargo, que el concepto japonés de “tiempo parcial” tiene realmente poco que ver con las horas que estas mujeres trabajan, y más bien con las condiciones salariales (pago por hora o a destajo) y tipo de contratación (temporal, eventual, volumen). En muchos casos, las jornadas de tiempo parcial, son tan largas como las de tiempo completo, excepto por la carencia de horas extras. Otra opción para las mujeres que vuelven al mercado laboral es auto-emplearse en pequeños negocios o tiendas, una opción especialmente atractiva entre las madres (Diamond, p. 22). Esto es posible porque en la mayoría de casos las mujeres no son el apoyo económico del hogar (Diamond, p. 16).

Las mujeres que no interrumpen la vida laboral

En este punto hablaré de las mujeres que hacen carrera según Sugimoto, y no de las mujeres que no interrumpen la vida laboral pero que trabajan toda la vida en condiciones similares a las descritas para las mujeres retornadas.

Estas mujeres tienen las mismas obligaciones que los hombres: tienen que hacer todas las horas extra exigidas, están sometidas a traslados de sede en función de los ascensos y no pueden disfrutar de permisos de maternidad (Sugimoto, p. 167). Esto hace que las mujeres que se lo pueden permitir quede reducido básicamente a una pequeña élite cultural con unas condiciones familiares propicias, con grandes ingresos económicos en el hogar, y a menudo, con familias extensas que las pueden ayudar en la crianza de los hijos. Si no es así, a menudo se trata de mujeres solteras que ponen el trabajo delante de una posible familia.

Conclusiones

Según Sugimoto (p. 171-175) hay cuatro tipos de mujer casada trabajadora en Japón, pero yo sólo he hablado de las dos que considero más representativas. Sobre los dos perfiles descritos, queda claro que las que interrumpen la vida laboral, al volver al trabajo no lo hacen para lograr independencia económica sino como apoyo económico y de hecho, la regulación fiscal es otra herramienta de presión para que así sea, puesto que las esposas con bajos ingresos significan beneficios fiscales y sociales por las unidades familiares (Yu, p. 502). Por otro lado, entre las mujeres retornadas, el trabajo a tiempo parcial no es el puente hacia un trabajo a tiempo completo sino el destino, y como los trabajos a tiempo parcial normalmente son menos cualificados, es díficil pensar que lo elijan por voluntad propia.

Amadeu Branera
Original en catalán, 29 de diciembre de 2013 
Revisado y traducido al castellano, 3 de febrero de 2014

____________________

Bibliografia

  • Cantó-Milà, Natàlia. 2012. “Introducció a l’estudi de societat a l’Àsia Oriental” en Estudiar societat avui. Barcelona, FUOC, Módulo 1, pp. 1-32
  • Diamond, Jess & Schaede, Ulrike. 2013. “Self-Employment in Japan: A Microanalysis of Personal Profiles” en Social Science Japan Journal Vol. 16, No. 1, pp 1–27
  • Kumlin, Johanna. 2006. “The Sex Wage Gap in Japan and Sweden: The Role of Human Capital, Workplace Sex Composition, and Family Responsibility” en European Sociological Review Vol. 23, Num. 2, pp. 203–221
  • Lansing, Paul & Ready, Kathryn. 1988. “Hiring Women Managers in Japan: An Alternative for Foreign Employers” en California Management Review. Spring 88, Vol. 30 Issue 3, pp. 112-127
  • Sugimoto Yoshio. 2010. “Gender Stratification and the Family System” en An Introduction to Japanese Society. Cambridge, Cambridge University Press, Capítulo 6, pp. 156-188
  • Wei-Hsin Yu. 2002. “Jobs for Mothers: Married Women’s Labor Force Reentry and Part-Time, Temporary Employment in Japan” en Sociological Forum, Vol. 17, No. 3, pp. 493-523
  • Yamaguchi, Tomomi. 2006. “‘Loser Dogs’ and ‘Demon Hags’: Single Women in Japan and the Declining Birth Rate” en Social Science Japan Journal Vol. 9, No. 1, pp. 109–114

____

 

Tags: , , , , , , ,

Leave a Reply