Okakura Kakezō (1862/3-1913), más conocido en Japón como Okakura Tenshin (岡倉天心), publicó en 1906 en Nueva York The Book of Tea, un libro originalmente escrito y publicado en inglés, idioma que él conocía bastante bien, con el que consiguió acercar el arte japonés al mundo occidental. Okakura fue amigo de Ernest Fenollosa, con quién trabajó, y un reconocido pintor taoista.
En su obra El libro del té empieza haciendo una pequeña introducción donde nos explica brevemente la historia de esta bebida y enseguida nos presenta el concepto de teísmo (Okakura, p.2), por el cual, casi todo el arte japonés está influenciado. Okakura afirma que el teísmo representa el culto a la belleza y que representa el oriente. Aun así, y teniendo en cuenta que el público destinatario del libro era el mundo occidental, también aprovecha para apuntar el conflicto oriente-occidente respeto a la posición de superioridad moral occidental cómo cuando, por ejemplo, nos dice que “el misionero cristiano viene […] a enseñar, no a aprender” (p.3) como años más tarde haría Edward W. Said en su obra Orientalismo describiendo la visión occidental del oriente: “El oriental es irracional, depravado, infantil, diferente; mientras que el europeo es racional, virtuoso, maduro, normal” (Said, p.10) .
A pesar de esto, la obra de Okakura cambia en su segundo capítulo donde nos presenta el té como una obra de arte y para apoyar esta idea describe la evolución en la preparación del té como una sucesión de escuelas artísticas: el té hervido es la escuela clásica, el té molido es la escuela romántica y el té en infusión es la escuela naturalista (Okakura, p. 6).
A continuación Okakura presenta su tesis de que el teísmo es el “taoísmo disfrazado” (p. 10) y hace un breve recorrido por la historia del taoísmo y el zenismo que le ayuda a llegar al punto culminante de su exposición: la importancia del vacío en el arte japonés, idea según la cual “este principio esencial se demuestra por el valor de la sugestión. No diciéndolo todo el artista deja al espectador completar su idea; y es por esto por lo que una obra maestra atrae tanto nuestra atención” (p.12). También hay que decir que esta concepción de la importancia del vacío es muy taoista y la podemos ver al Dao de jing “Se labra el barro para hacer vasijas, mas en su nada radica la utilidad de la vasija” (Lao Zi, p.51), ejemplo empleado por el mismo Okakura en su libro. A partir de aquí, y con la descripción de la casa de té, Okakura nos explica la influencia del teísmo en la arquitectura, el arte y la jardinería japonesa. En primer lugar, sobre la arquitectura y más allá de la elección forzada de los materiales por problemas técnicos, las construcciones de papel y madera son más resistentes a los terremotos, Okakura pone énfasis en el concepto de vacío de las casas japonesas en oposición a la casa-museo occidental (Okakura, p.19) y como paradigma de esta idea nos describe la cámara del té que, influida por los monasterios zen, tiene que ser de una pobreza refinada pero realizada con una premeditación estética profunda y finalmente convertirse en el reino de la paz, la humildad y la discreción (pp. 15-19). En segundo lugar, amplía la idea de la importancia del vacío con dos nuevos conceptos: el primero dice que la vitalidad del arte recae en la adaptación al individuo y por eso es importante el vacío y la asimetría, que hacen que el invitado complete el conjunto con la imaginación; en el segundo explica que en el arte oriental hay temor a la repetición y la monotonía puesto que estas pueden malograr esta adaptación al individuo. Así pues Okakura nos propone la idea de interacción entre arte y espectador pero desde un punto de vista diferente al occidental. En el arte oriental el artista busca que el espectador acabe la obra con la imaginación y, por lo tanto, se convierta en arte en sí mismo, y en el arte occidental el artista busca más, que el espectador entre en la obra, logrando de todos modos un efecto similar por el que el espectador también se convierte en arte como Focault explica en Las palabras y las cosas cuando habla del cuadro de Velàzquez Las meninas, cuadro en el que además de estar presente, el autor mira al observador haciéndolo partícipe del cuadro (Focault, pp. 13-25). Es esta idea de la sugestión el principal punto de encuentro entre los artes oriental y occidental (Okakura, p. 21). Otra idea presente en el quinto capítulo de la obra es el de la universalidad del arte, a pesar de que esta sólo se puede lograr en el caso de que podamos ser universales en nuestros sentimientos (p. 22).
Llegado a este punto, Okakura comienza un nuevo capítulo dedicado a las flores, que es quizás el único del libro donde el autor cae en la contradicción al criticar duramente al principio a quien corta una flor, para acabar justificando el sacrificio de una flor en manos de un maestro del té (pp. 23-28). Para acabar, en las últimas páginas Okakura nos habla de los maestros del té, para quienes el sentido del arte sólo es posible en aquellos que ven su influencia viviente (p. 28).
Cómo hemos visto a largo de la reseña de la obra de Okakura Kakezō, este nos adentra en el mundo del teísmo y el taoísmo para tratar de explicarnos uno de los conceptos claves en el arte japonés como es la importancia del vacío y el hecho de que la ausencia de una cosa, o el hecho de que por asimetría esté en un lugar no central y dé la impresión de que falta una repetición de la misma, puede ser relevante precisamente porque no está, mientras que la presencia de todos los elementos que se puede esperar en una composición artística dejan menos lugar a la imaginación del espectador y, en consecuencia, menos oportunidades para que el espectador se sienta atraído por la obra de arte observada. A lo largo de El libro del té el autor nos ofrece una visión de la influencia del teísmo y, por extensión, del taoísmo y del zenismo en todo el arte japonés, empezando por la arquitectura, que por otro lado es “una de las manifestaciones artísticas donde mejor se observa la íntima vinculación entre el medio natural y el arte” (Cervera, I. y Barlés, E., p.27).
_________________
Bibliografía
- Cervera, Isabel. 2004. “Fonts per l’estudi de l’art” en Cervera, Isabel (Coord.), L’art de l’Àsia oriental, Barcelona, FUOC, Mòdul 1, pp. 1-33
- Cervera, Isabel i Barlés, Elena. 2004. “Fonaments del pensament artístic” en Cervera, Isabel (Coord.), L’art de l’Àsia oriental, Barcelona, FUOC, Mòdul 2, pp. 1-36
- Foucault, Michael. 2007. “Las meninas” en Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, pp. 13-25
- Lao Zi. 1998. Libro del curso y de la virtud. Madrid, Ediciones Siruela.
- Okakura Kakuzō. 1906. El libro del té. Librodot.com
- Said, Edward W. 1990. Orientalismo, Barcelona, Ib Jaldun, pp. 19-49 (Consultado en format .pdf http://www.cholonautas.edu.pe/biblioteca.php)
Recursos electrónicos
- Biografía y cronología de Okakura Kakuzō:
http://www.tenshin.museum.ibk.ed.jp/okakura/index.htm
mishima2010
July 13, 2011 at 9:34 am
Es muy interesante la idea de Okakura, sobre todo porque deja al individuo que interactúe con la obra. La verdad es que esto puede aplicar a cualquier obra en la cual el autor NO te diga como interpretarla, ya que así deja a las personas que maquinen en su mente lo que significa para ellos y así “recrear” el arte y pasar a ser parte de él.
Saludos,
http://orientallife.wordpress.com/
Ikebana (生け花), el arreglo floral
February 10, 2012 at 3:52 am
[…] un arreglo floral para decorar la habitación donde esa iba a tener lugar, hecho mencionado en El libro del té de Okakura […]