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El japonés moderno

12 Feb

Hōgenfuda, la punitiva “tablilla del dialecto”

El idioma japonés actual tal y cómo se percibe en el mundo occidental y cómo se entiende en el propio país del sol naciente, es un invento más o menos moderno creado para cumplir una tarea mucho más allá de la lingüística. Se convirtió en una herramienta fundamental en el proceso de apertura y modernización de Japón y en la creación del sentimiento de unidad nacional a pesar de que, debido a algunas de las políticas lingüísticas aplicadas para llevar a cabo su implantación, tuviera un efecto negativo sobre los dialectos y las minorías del archipiélago.

La necesidad de una lengua franca en el estado japonés apareció a mediados del siglo XIX cuando después de la caída del shogunato Tokugawa, se inició el periodo conocido como Restauración Meiji. Es justo señalar que, durante los años de dominio Tokugawa, Japón permaneció aislado de casi todo el mundo e incluso podríamos decir que aislado de si mismo, pues la población de cada uno de los más de 250 feudos o daimyō en los que estaba dividido el territorio, tenían prohibido salir de él. De este modo lo que fueron “fronteras territoriales, se convirtieron en fronteras lingüísticas” (Ramsey, 2004, 87) a medida que el aislamiento y la evolución de la lengua iba diferenciando los diferentes dialectos. De este modo, los retos que tenía Japón en aquellos momentos eran dos: el primero, hacer del japonés un idioma moderno que sirviera para expresar todo tipo de conceptos nuevos que llegaban a las islas desde el mundo occidental; y el segundo, buscar un estándar de la lengua que sirviera para todo el mundo y fuera enseñado en las escuelas.

Los eruditos de la época emprendieron las dos tareas no exentos de polémicas y diferentes puntos de vista, con algunos tan extremos como el que proponía la necesidad de renunciar a la lengua japonesa en favor de una lengua occidental, por la poca idoneidad del japonés para transmitir las ideas del mundo moderno. Es en este marco donde más sorprende que poco tiempo después, y durante el periodo imperialista de Japón, el japonés estándar se convirtiera en un eje vertebrador del nacionalismo y un signo de identidad nacional. A grandes rasgos, la primera de las tareas se llevó a cabo mediante la creación de nuevo vocabulario usando de forma bastante esmerada los caracteres chinos. Tanto fue así, que muchas de estas creaciones fueron “adoptadas sin dudar” (Ramsey, p.90) por los chinos mismos.

Para la segunda tarea se escogió uno de los dialectos de Tōkyō como modelo para la elaboración de un estándar, y luego se impuso en todo el país mediante una política represiva que arrinconó los dialectos. Esta política duró hasta el final de la segunda guerra mundial.

Es curioso observar el fenómeno por el cual, una lengua discutida hasta el punto de haber expertos que aconsejen la sustitución y que durante buena parte de su historia no ha sido tenida en cuenta como herramienta de erudición, “el chino clásico era el vehículo para el pensamiento serio” (Ramsey, p.92), se vuelve motivo de orgullo nacional. El primer pilar de esta metamorfosis fue el hecho de elegir la palabra kokugo (lengua nacional) en lugar de nihongo (lengua de Japón) como palabra empleada por los japoneses cuando se refieren a su propia lengua, haciendo que kokugo perdiera el sentido de “lengua vernácula” (de cualquier país o región) que había tenido hasta entonces. Este hecho, nos podría sorprender puesto que, por ejemplo los catalanes conversamos en catalán y no en “llengua nacional” pero este tipo de fenómenos no debe extrañarnos. Por ejemplo, los catalanes mismos no empleamos “bandera catalana” si no “senyera” para referirnos a las cuatro barras, puesto que es la única bandera que representa nuestra identidad, la única bandera que es un seña de identidad válida para nosotros.

El segundo de los pilares es la coincidencia en el tiempo de la implantación del japonés estándar con las victorias japonesas en las guerras contra China y Rusia, y la expansión imperialista del país. Es lógico que un país en guerra experimente un aumento del nacionalismo, sobre todo si se va ganando, y no es extraño que dadas las circunstancias de simultaneidad en el tiempo, de alguna manera se llegara a asimilar el idioma como un símbolo del orgullo y la identidad nacional. Hay que decir también, que desde el punto de vista japonés, en todo el mundo occidental un estado era igual a un idioma, ya que ignoraban la posibilidad de estados plurinacionales o multilingües.

El tercer pilar según muchos, es la dificultad del japonés como lengua extranjera, aunque en este punto me gustaría hacer un inciso, ya que es un concepto eurocentrista. Es cierto que para una persona educada en el mundo occidental, el japonés presenta las dificultades de aprendizaje habituales en cualquier idioma, léxico, gramática, etc. en un grado superlativo por la distancia entre las lenguas, pero, no es menos cierto que también hay una dificultad añadida que deriva de la componente cultural y de manera de pensar que reflejan los idiomas. Por eso, el japonés que para nosotros es un idioma tan complicado de aprender, no lo es tanto para los estudiantes asiáticos, que comparten elementos culturales, y especialmente para los estudiantes coreanos, que comparten una gramática similar. Volviendo sin embargo a la tesis inicial de la dificultad del japonés como motivo de orgullo para el pueblo nipón, este se sustenta en el hecho de que los japoneses constataron las dificultades de los extranjeros para aprender su lengua, y no faltaron las voces que aprovecharan para opinar que un idioma tan difícil sólo podía ser hablado por un pueblo escogido.

Es evidente que usar la lengua como herramienta para unir un estado con un fuerte sentimiento de identidad no es nada malo en si mismo y podemos encontrar otros casos de políticas similares como, por ejemplo, la creación de un estándar chino en la China. Aun así, el problema desde mi óptica catalana como defensor de una lengua minoritaria como la nuestra, es el hecho de imponer el japonés estándar mediante la eliminación sistemática de los dialectos u otras lenguas existentes. En este aspecto, la política japonesa durante la primera mitad del siglo XX fue extrema. Uno de los ejemplos más claros es el de la hōgen-fuda o “tablilla del dialecto”, un cartel de madera que se les colgaba del cuello, a los niños que hablaban el dialecto familiar en clase. Hay que recordar que el kokugo era el único idioma que se enseñaba en las escuelas. Entre otras medidas menos agresivas encontramos la tarea de la NHK (la radiotelevisión nacional japonesa) y sus emisiones en todo el ámbito nacional en perfecto japonés estándard que, a pesar de que no servían para hacer que los habitantes de las zonas con dialectos los dejasen de hablar, al menos consiguieron que la mayoría de la población pudiera entender el japonés estándar sin problemas.

Después de la segunda guerra mundial la política lingüistica cambió, pero algunos de los efectos continúan hoy en día. En primer lugar, la lengua de los ainú está casi desaparecida a pesar de los esfuerzos actuales para recuperarla. En segundo lugar, a excepción de los habitantes de Osaka, rival económica de Tokyo, que hablan con orgullo su dialecto, que además te mucha presencia a los medios de comunicación, la mayoría de hablantes de otros dialectos siguen sufriendo de complejo de inferioridad y en especial los de las zonas rurales y norteñas, a menudo despreciados por los habitantes de las grandes metrópoli que ridiculizan todo el que huela a inaka, el campo.

Amadeu Branera
Original en catalán, 12 de octubre de 2008

Revisado y traducido al castellano, 12 de febrero de 2012

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Bibliografía

  • Coulmas, Florian. “The Far East” en Fishman, Joshua A. (editor) Handbook of Language & Ethnic Identity, Oxford University Press US, 1999, pp. 399-413
  • Fishman, Joshua A. “Sociolinguistics” en Fishman, Joshua A. (ed) Handbook of Language & Ethnic Identity, Oxford University Press US, 1999, pp. 152-163
  • Gottlieb, Nanette. “La lengua japonesa” en Language and Society in Japan, Cambridge University Press, 2005
  • Gottlieb, Nanette. “Idioma e identidad nacional: perspectivas en evolución” en Language and Society in Japan, Cambridge University Press, 2005
  • Ramsey, S. Robert. 2004. “The Japanese Language and the Making of Tradition” en Japanese Language and Literature, Association of Teachers of Japanese, 2004, Vol.38, pp 81-110
  • Saito, Akemi. 2007. “L’origen i les varietats de la llengua japonesa” en López i Vidal, Lluc (coordinador), Japonès I: Introducció a la llengua i l’escriptura japoneses, Barcelona, FUOC, pp. 1-49
 

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